Se aproximan las elecciones y aunque parece haber muchas opciones, el desprestigio que existe de los diversos partidos es difícilmente irremediable y lo anterior trae la creciente apatía política que promulgan los jóvenes y las clases más vulnerables. Continuamente se repite el discurso desesperanzado de que es mejor no votar, bajo la justificación de que, al final, va a quedar un político que continuará con las mismas prácticas clientelistas que nos han llevado a las brechas socioeconómicas que padecemos y que parecen en un ascenso peligroso lejos de su final. El acto cívico del próximo domingo 5 de junio nos hace partícipes del sistema y sin duda nos convierte en dueños de nuestro futuro; es la manifestación intrínseca de la voluntad y de los anhelos personales que nada tiene que ver con pertenecer a un determinado partido o alianza política. Votar es hoy un derecho, una importante responsabilidad y, teniendo en cuenta la historia, también un privilegio.

Sin lugar a dudas el sistema político comienza a perder legitimidad, lo que implica un problema de mayor alcance. Por utópico que parezca, la democracia entrega a los ciudadanos poder, pero no visto como fin en sí mismo, sino más bien como un medio para determinar su propio futuro. Es hoy cuando se debe hacer una reflexión autocrítica y ejercer el derecho a sufragio, de lo contrario, mañana solo habrá que callar. Es nuestro deber construir un país y una política diferente, la cual no lograremos si nos dejamos endulzar el oído con propuestas vacías, si no escuchamos todo lo que los candidatos tienen por decir, y elegir el que más se acerque a nuestros ideales. No votar, por otro lado, es un acto éticamente reprochable, es permitir que la política siga siendo dominada por intereses lejanos de las problemáticas de la sociedad.

Es nuestro deber escuchar las propuestas y entrever aquellos que son capaces de aterrizarlas a acciones concretas y conectadas con la realidad. No basta con decir que se acabará la pobreza o se darán empleos, debemos exigir planes de acción concretos y ver si están alineados con las finanzas del Estado. La política es emocional, la elección de nuestros líderes debe ser siempre un ejercicio racional, arduo y agotador. Es entendible por qué algunos ciudadanos puedan llegar a sentir que el voto es un medio poco efectivo para hacer rendir cuentas a los políticos y lograr los cambios instituciones que nos permitan tener una país más justo, igualitario y menos corrupto. la participación informada de la sociedad es uno de los puntos más importantes para lograr los cambios en el sistema político que necesita el país.  La manera más fácil y eficiente que tienen los ciudadanos para participar es ejerciendo su derecho al voto, por ello las elecciones son parte de la solución.

Por ello es importante que los ciudadanos nos informemos sobre los candidatos de nuestra demarcación y asistir a votar este próximo 5 de junio. Los ciudadanos somos responsables de nuestras elecciones, pero también de nuestras omisiones. Sólo con la participación de los ejerciendo el derecho al voto podremos lograr los cambios institucionales que nos permitan tener la sociedad que deseemos heredar a las futuras generaciones.

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