Vendedores ambulantes en las playas de Cancún: informalidad, acoso o sustento

Los vendedores, en su mayoría personas de escasos recursos, ven en las playas una oportunidad para sobrevivir
Cancún,-En las playas de Cancún, el sol brilla con intensidad, el mar turquesa atrae a miles de turistas y los vendedores ambulantes recorren la arena ofreciendo desde artesanías hasta alimentos.
Esta escena, común en los destinos turísticos de México, refleja una economía informal que es tanto un motor de sustento como un desafío para las autoridades locales.
Los vendedores, en su mayoría personas de escasos recursos, ven en las playas una oportunidad para sobrevivir, pero su presencia genera tensiones con las regulaciones municipales y las expectativas de los visitantes.
Juan, un vendedor de 45 años, lleva dos décadas ofreciendo kibis y empanadas en la playa del Niño.
“No es fácil, pero de aquí comen mis hijos”, dice mientras muestra su mercancía.
Como él, cientos de personas dependen de esta actividad para llevar ingresos a sus hogares.
Sin embargo, su trabajo no está regulado, y la falta de permisos los pone en la mira de los operativos del Ayuntamiento de Benito Juárez y de autoridades federales como la Guardia Nacional, que buscan mantener el orden en las zonas turísticas.
El gobierno municipal de Benito Juárez ha implementado operativos para controlar el comercio informal en las playas. Según datos oficiales, en 2024 se realizaron más de 50 decomisos de mercancías y se aplicaron multas a vendedores sin autorización.
Estos operativos, aunque necesarios para cumplir con las normativas, son vistos por los ambulantes como una amenaza a su sustento.
Para los turistas, la presencia de vendedores ambulantes genera opiniones divididas.
Algunos, como Sol Yedid, una visitante de Campeche, disfrutan de la experiencia cultural que ofrecen.
Sin embargo, otros turistas, como Alan Bernal de Chiapas, se sienten abrumados por la insistencia de algunos vendedores. “A veces solo quieres descansar, y te abordan cada cinco minutos”, comenta. Esta percepción de acoso ha llevado a quejas formales en las oficinas de turismo.
La regulación del comercio ambulante en las playas de Cancún es un tema complicado. Por un lado, las autoridades buscan proyectar una imagen de orden y limpieza para mantener el atractivo turístico de la ciudad, que recibe más de 6 millones de visitantes al año.
Por otro lado, la economía informal representa una fuente de ingresos vital para miles de familias. Según un estudio de la Universidad del Caribe, el 30% de los vendedores ambulantes en Cancún dependen exclusivamente de esta actividad para sobrevivir.
Los operativos municipales han intentado encontrar un equilibrio, ofreciendo alternativas como mercados organizados fuera de las playas. Sin embargo, estas iniciativas no siempre son bien recibidas.
La historia de los vendedores ambulantes también está marcada por la precariedad. La mayoría no cuenta con seguridad social ni ahorros para emergencias. En días de lluvia o en temporada baja, sus ingresos caen drásticamente.
Las autoridades locales reconocen el problema, pero las soluciones no son sencillas. La Secretaría de Turismo de Quintana Roo ha propuesto capacitaciones y programas de formalización, pero la falta de recursos y la resistencia de los vendedores complican su implementación.
La percepción del turista juega un papel clave en este debate. Mientras algunos ven a los vendedores como parte del folclor local, otros los consideran una molestia. En redes sociales, es común encontrar publicaciones de viajeros que piden mayor regulación, mientras que otros defienden la autenticidad que aportan los ambulantes.
Este contraste refleja la complejidad de equilibrar la experiencia turística con las necesidades económicas de la población local.
En última instancia, la situación de los vendedores ambulantes en Cancún no es solo un problema de normatividad, sino una cuestión de supervivencia.
Humanizar sus historias permite entender que detrás de cada oferta de artesanías o alimentos hay una familia que depende de esas ventas.
Mientras las autoridades, los turistas y los vendedores buscan un punto de equilibrio, las playas de Cancún seguirán siendo un escenario donde la informalidad, la necesidad y el turismo convergen en una delgada línea.
Fuente: Manuel Baeza